XVI /dieciseis/


   Para algunas cosas soy tan sencillo que mis pares me tratan de idiota. Me siento siempre expuesto, mi coraza es menuda y frágil, cuento sólo con mi cuerpo. Apenas si me tapo de algo y por eso, a menudo me recriminan que ando desnudo por la calle. Dicen que soy un desubicado. Me acusan, también, de no prestar atención a ciertos detalles. Que en ocasiones parecen ser de una relevancia tal que no hay puntos medios entre el blanco y el negro. Que pena la mía que soy un ser repleto de claroscuros. Nunca aprendí bien a pintar y quizás por eso me es difícil consensuar. Los colores se me mezclan a menudo sin el previo acuerdo de mi voluntad. Buscando la claridad logré distinguir algunos colores esenciales y apliqué a mis nuevas experiencias la simpleza del color puro. Así parece que me di a entender mejor, era más fácil apreciar mis buenas intenciones y hasta resulté ser un tipo amable y simpático. Pero el tiempo corre y las certezas que tuve en un momento poco a poco se fueron mudando de barrio. Sin darme cuenta, como duende tranquilo en su bosque, me quedé sin vecinos. Mis conocidos dicen que ya no soy ese ser tranquilo y agradable. El reloj de arena va muy deprisa y no puede hacer otra cosa que escapar. Los caminos que solía recorrer quedaron sepultados, o lo suficientemente llenos de arena, al punto de tornar irreconocibles mis huellas.
   Miro al espejo y veo la pared del fondo observando mi espalda. Cargué tanto peso y resulta que con mucho menos se podía vivir, ¿me han engañado o el instinto se me llenó de temores?
   Tanto alimento para el alma que luego se pudre. Demasiado traje, disfraza y desorienta. Tengo un corazón viajando por ríos de lágrimas, próximo a la catarata del Diablo. Esta noche me encuentro: angustiado, solo, viejo y borracho. Naufragando cada instante con el inevitable desinterés del destino.
   El amor da vida y quitapenas, sembrando alegría en los pantanos de la mediocre soledad. Y a pesar de todo, necesito compartir los días juntos, y las noches juntos. No hay otra ecuación para que mi corazón se mantenga a flote.
   Tu amor representa algo más que un mecanismo pero es tan simple como la respiración. Inspiro y exhalo. Sin este latir a la par, me agarran temporadas en las que sólo inspiro y otras en las que sólo exhalo. Eso, para mi, no es vivir. Vivir, también, se parece a respirar. Precisamente, para que no me falte el aire, preciso de tu amor, para que el ciclo de la vida, mantenga cierto equilibrio.