18 /Dieciocho/


   Días en los que uno se levanta a las seis treinta de la mañana. La humedad es insistente, enmudece los músculos, los huesos parecen de mármol y los sueños se filtran, como una lluvia amontonada en la canaleta de un techo de chapa.
   Yo te digo que cierres los ojos porque tarde o temprano la mente te va a engañar. Trabajo de día y de noche, y la sombra que cae no es la un árbol. Hay que soñar trasnochado, el tiempo de ocio no es barato.
   Cuando dejas de estar solo, el tiempo y las prioridades se confunden, se tiran de los pelos, y es cuando uno empieza a ceder y comienza el dominio de la calvicie.