VI /seis/

Formarse y hacer escuela, ¿para qué? Llega un momento, o no, en que dejamos caer la armadura. Cuando uno deja de roer cada episodio y comienza a morder sin miedo a que se nos rompa el paladar, entonces comienza a ser pragmático. De otro modo, termina cargando con el formato de sí que le queda cómodo y se pasa el juego especulando cada movimiento, programado sin susto. Caminando por senderos previsibles, y sin quererlo, nos vamos dando fecha de vencimiento. 

   El acontecer no debe alejarse mucho de la sorpresa. 

  El control y la organización son palabras útiles pero cuando sometemos nuestros días a un orden cualquiera y vamos domesticando al instinto, empezamos a extraviar esa chispa que nos da identidad y nos diferencia. Así el cauce de emociones que rodean nuestros días, se vuelve un devenir estrecho donde vamos acorralando los peces de colores que nos habitan, en la vidriera de las pretensiones.

   Necesito volver a creer en los bailarines, en los acróbatas, en las brujas que nos miran desde el cielo, montadas en sus escobas, todos esos personajes que arrinconan al sentido común y día tras día, dejan que la estela del cometa ilumine sus ojos, llenos de noche. Solo para esto, no caben dudas, tenemos un día y una única posibilidad de habitarlo.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

y ese dibujo tan lindo?

concordando en absoluto con las brujas te mando un abrazo para vos y para tu pequeña beba

Fran dijo...

los bellos dibujos son de mi bella compañera mane,sin duda sin ella esto no sería posible

Alberto dijo...

Un abrazo de un vecino que se asoma a vuestra ventanita para devolver la visita.

Alberto.

manita dijo...

Alberto!... gracias..

Y gracias a G.P. también...

se siente cálido recibir visitas inesperadas!